Verónica Florville artista joven del mes de julio en el Museo de Bellas Artes, con la obra titulada “Elementum”

 




La obra de Florville, es una construcción de pensamientos y sentimientos, una cadena de ADN compuesta de tejidos, de nudos y rulos que hablan y callan, a la vez. Es la representación de lo impresentable. Por tanto, de lo sublime que libera al observador de las limitaciones de su condición humana. Que tiene nostalgia la obra de Florville, posiblemente. Pues esos hilos que unen son lazos fuertes y ese color rojo es dolor.

En esta pieza lo impresentable es planteado como contenido ausente, pero la forma ofrece al observador la consistencia de algo que no es del todo expresable. La obra, por una parte, quiere escapar a sus limitantes, no porque sea libre sino porque está atrapada. Segundo, quiere atraparlo todo. Siempre esa multiplicidad que se hace inatrapable.

En esta obra la imaginación entra en lo ilimitado, en lo infinito, en lo desproporcionado, por lo cual el concepto no tiene ni presentación ni representación. La imaginación, por su parte, entra en el abismo al producirse la ruptura con el entendimiento, ya que no hay cabida para las preguntas racionales sino para un sentimiento diferente. Surge así, en la obra Florville, una estética que abandona toda forma, esto es, una estética de lo sublime.

La artista me comentó que a la obra la tuvo que comprimir para que pudiese caber en la pared en que está expuesta, ya que la misma es mucho más extensa. Esto quiere decir, que la obra se comporta como un octopus. Crece o se achica según la circunstancia. Y lo es más allá de su flexibilidad material, pues lo que conforma a la obra más allá de su materialidad también se comporta como un octopus.

Podríamos arriesgarnos a decir que se asemeja a una medusa. Con el riesgo que aparezca la imagen de aquel monstruo ctónico femenino, de la mitología helena, que convertía en piedra a todo aquel que la miraba fijamente a los ojos. No es el caso. Más bien, se asemeja al animal marino de los celentéreos, esto acentuado por la segundo forma que la escultura construye con el juego de sombras que ella proyecta.

El relato artístico dimite de la comodidad de la mirada y entra en contradicción, al enhebrarse los anti-signos que erosionan el principio de la legitimidad del saber, el cual quiere imponerse sobre la estasis. La obra relaja la condición de lo fijo, la artista instaura un lenguaje que no puede decir, por el contrario, hay que callar y observar.

 Como presentación sensible, la pieza de arte es un sentir más allá de lo que está presente. Pues en la obra sucede el acontecimiento lo inexpresable. Se da una dialéctica negativa movida por lo que aparentemente sucede, donde no hay reglas establecidas ya quela expresión es modificable.

Podemos señalar que “Elementum” es condición de lo negativo, porque no acude ni a la forma ni a la imaginación. Es un deseo, tal vez, de ilimitación.  Una impresión inmediata de lo que se da, de un padecer. En ella está en vilo el que no suceda nada y el que pueda acontecer algo.

La discrepancia y la heterogeneidad, que produce la disonancia, es dada por la posibilidad de que en el límite de la sensación se de la nada. Esto produce en la obra de Verónica Florville una estética resistente a lo presente, en tanto efímero. Ella anima a la contemplación reflexiva frente a la posibilidad de que no suceda nada.

La obra es acontecimiento de lo indeterminado, al hacernos ver que hay algo que no es determinable. Lo indeterminado es lo impresentable. Se relaciona, en lo sublime, con lo que no se ha determinado en lo presente y a lo que no debe determinarse.

Lo sublime no es posible exponerlo porque la razón llega a sus límites. Por lo cual, nuestro juicio no puede universalizarse mediante alguna la ley, ya que está poseído por una insatisfacción exultante. El placer de lo sublime, en la obra de Florville, solo puede comunicarse a través de ese mismo sentimiento; pues conlleva, a la vez, placer y pena. Este sentimiento se produce a través de la causalidad libre que permanece a un fuera de la razón, y es una ausencia de forma, una expresividad distinta.

Esto es lo que, aparentemente, nos permite ver la obra de Verónica Florville a través de sus elementum.

A esta joven creadora visual le deseamos una extensa y prolongada vida artística llena de logros y éxitos.

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