¿A qué llamamos estética?

 


Escenarios:

La estética, en sus momentos inaugurales, se configura en la medida que el capitalismo y la secularización se apartan de los criterios de valorización de los poderes religiosos y políticos precedentes. Los conceptos estéticos empezaron a desempeñar una función central en la constitución de la ideología dominante, esto es, del capitalismo del siglo XVIII y XIX. Por tanto, lo estético es un concepto burgués, en sentido histórico; un concepto forjado que tomó forma lo largo de la Ilustración[1].

En este sentido, la permanencia de la estética se expresa de diversas formas: desde nuestra forma de vivir, en nuestro lenguaje, en nuestro porte, en el modo de vestirnos, de comer, de rendir culto a lo divino y a las personalidades; en la manera de legitimar el poder, ostentar el triunfo o recordar a los muertos. No obstante, el papel principal de la estética en nuestra vida común es través de la construcción y presentación de las identidades sociales[2].

La estética, desde la segunda mitad del siglo XX, adolece de consistencia epistemológica y no se ubica en una teoría cultural con amplio consenso. Existe en ésta una dispersión de sentidos que la hacen inatrapable. Permanece, ésta, como un ámbito abierto donde se buscan: formas no separadas de los tipos de función; representaciones interesadas en el conocimiento, incluso, de lo que no existe; experiencias despreocupadas por la trascendencia e interesadas en posibilidades en un mundo sin normas preestablecidas. En este sentido, la estética es un conjunto de reflexiones, diseminadas, sobre las prácticas denominadas artísticas y no una disciplina[3].

Tan extenso es su uso que todos sabemos que, en nuestro entorno, el término estética se emplea en el género de los tratamientos que se dispensan en los salones de belleza o de estética, como se les llama. Por eso no parece descabellada la anécdota de Danto, de que una joven profesora auxiliar de una universidad canadiense le contó “que siempre que ve anunciada una plaza de estética en el departamento de filosofía, no puede evitar pensar que están buscando a alguien que sepa hacer la manicura”[4].

Eagleton señala que el término estética, en la formulación de Baumgarten, no hace referencia al arte, sino a la aisthesis griega, esto es, a la sensación y percepción humana. En contraste con el dominio del pensamiento conceptual[5]. Conforme a Baumgarten, “para dirigir las facultades cognoscitivas inferiores, pueda darse una ciencia del conocimiento sensible de alguna cosa”[6], esto es, la ciencia estética de los objetos del conocimiento sensitivo.

Sin embargo, esta ciencia que pretendía afirmarse en el estudio de la sensibilidad humana, termina reduciéndose a la descripción, evaluación y clasificación de los objetos denominados obras de arte, y termina por justificar aquello que menos la necesita: lo bello. Esto quiere decir, que los estetólogos que debían ocuparse de la ciencia del conocimiento sensible se olvidaron de este fin y se deslumbraron con el arte y lo bello. Y buscaron en la opinión artística y académica lo qué es y qué no es arte[7].

Y en esta estamos. Tal vez por esto, Passmore dijo que la estética se había convertido en una disciplina aburrida, pues el sentido de lo bello radica en disfrutarlo y no en analizarlo[8].

La estética es una cuestión cultural, social, comunicativa, política, económica, filosófica, histórica, antropológica, cognitiva, semiótica y aun neurológica, de allí que se haya convertido en un cajón de sastre y por lo cual muchas veces sea difícil de delimitar, ya que en ella se traslapan varias disciplinas. En este contexto, la estética se refiere a diversos tipos de fenómenos ambiguos y difíciles de definir, por el procedimiento de razones necesarias y suficientes.

Qué decir entonces:

Por su etimología griega, Αίσθησις, estética se refiere específicamente al sujeto de la sensación y de la percepción. En tiempos de Platón estética solo se refiere a la sensación, a lo corporal. Para el siglo III d. C. el término además de sensación también adquiere el significa de percepción, un grado superior a la sensación. Y así se le concibe en el resto del tiempo. Estética no describe ninguna categoría particular de los objetos ni de lo bello ni de lo artístico, aun cuando éstas últimas son las acepciones establecidas por la teoría estética y la historia del arte.

Qué es la sensación, la percepción, lo sensible corporal. Invoca a la familia de términos derivadas de la sensibilidad, entre éstos tenemos: el sentimiento, la sensación, lo sensual, lo sensitivo, lo sensible, lo sensiblero, lo sensorial, lo sensacional, el sentido común, el sentido de dirección, lo sentido o percibido y lo sentido o afectivo. Y quien siente todo esto es el sujeto.

En la acepción antigua del término estética como en la concepción kantiana, lo que se trata es del sujeto y de la relación de éste con el mundo a través de la sensibilidad y de la apertura a la vida. De lo que se trata es de la receptividad del sujeto, como lo expresó Kant.

El sujeto, agente de la sensación y percepción, es el punto de partida de distintas disciplinas, entre éstas la estética es una de ellas. No obstante, la diferencia radica en el punto de llegada. La estética se enfoca en la atracción o repulsión que tiene el sujeto hacia un objeto. Y en qué radica tal atracción o repulsión; en la receptividad o apertura a la vida, esto es, en la estesis.

Entonces tenemos que entender a la estética como el estudio de las condiciones de la estesis. Entendiendo por estesis, la sensibilidad o la condición de apertura, de permeabilidad o receptividad del sujeto al contexto en que él está inmerso. Es esa condición del ser vivo de estar abierto al mundo.

La estesis es el efecto de la condición sensible que da posibilidad a la apertura del mundo. Pues, el sujeto se abre al mundo y se pone alerta a sus oscilaciones, o se abre a la vida para nutrirse o se cierra para protegerse. En este sentido,  es un sujeto estético.

Quien siente y expresa es el sujeto artista por medio de un lenguaje que llamamos artístico; quien siente e interpreta es el sujeto espectador. No es la obra de arte sino los sujetos los que tienen estética, la obra es el medio por el que ésta se expresa y se interpreta.

El sujeto que es estético es el que aprehende a través de la experiencia estética. Es él quien establece una relación con el objeto, que lo ha convertido en estético. ¿Por qué se ha convertido el objeto en estético? Porque en el sujeto se ha producido la apertura a la sensibilidad y a la experiencia con ese objeto; posteriormente, se produce el arraigo, el prendamiento, como dice Mandoki.

Sin la estesis el objeto no se convierte en algo estético. Al producirse la apertura es que el objeto es percibido estéticamente, por ello adquiere un nuevo carácter que lo altera cualitativamente para el sujeto. El objeto antes de esa apertura no es valorado estéticamente; es algo ajeno, indiferente o de cualquier otra índole.

En esta apertura confluyen actividades intelectuales, afectivas y sensoriales, es un proceso complejo. No hay una pureza emotiva en la apreciación estética. Tenemos, entonces, que la estética es la búsqueda de los modos en cómo la estesis se manifiesta, en cómo se da con respecto al mundo.

 

 

 



[1] Cfr. Eagleton Terry, La estética como ideología. Madrid, Editorial Trotta, 2006, pp. 54-58.

[2] Mandoki Katya. Prosaica I, Estética cotidiana y juegos de la cultura. México, CONACULTA, 2005, p.4

[3] Cfr. García Canclini, Nestor. “A qué llamamos estética y de quien necesitamos emanciparnos”. Estética y emancipación, fantasma, fetiche y fantasmagoría. AA. VV., México, Siglo XXI Editores, p. 267.

[4] Cfr. Danto Arthur. El abuso de la belleza. Barcelona, Editorial Paídos, 2005, p. 127

[5] Cfr. Eagleton Terry, Ob. Cit., p. 65.

[6] Baumgarten Alexander, Estética Breve, Buenos Aires, Centro de Investigaciones Filosóficas, p. 13.

[7] Cfr. Mandoki Katya. Ob cit. Pp. 143-144.

[8] Cfr. Passmore, John. 1951. “The Dreariness of Aesthetics” Mind, 60.

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